¿QUÉ?
Cultivar una mentalidad optimista es clave para desarrollar resiliencia, la cual es vital durante momentos de cambio e incertidumbre. Generalmente, el optimismo se asocia a la expectativa de que en el futuro pasarán cosas buenas, pero también aplica a nuestra manera de pensar y a lo que se denomina “estilo de atribución”. Quien piensa de forma optimista tiene un modo de ver las cosas y de replantear los eventos negativos –como por ejemplo recibir una crítica en el trabajo– que no los toma de manera personal, que no asume que durarán para siempre, y que evita que impacten en otras áreas de la vida.
¿POR QUÉ?
El pensamiento optimista se asocia a mejor salud y desempeño, y puede ayudarnos a navegar la adversidad y a mantener un momentum que nos impulse hacia adelante mientras atravesamos experiencias difíciles.
Entender que tenemos la capacidad de elegir cómo interpretamos las situaciones que nos suceden es una herramienta poderosa que afecta la forma en la que nos sentimos, y que impacta tanto en nuestras acciones como en nuestra salud física.
Es importante notar que el “replantear” no se refiere únicamente a transformar lo negativo en positivo. Es un proceso que nos ayuda a volvemos más acertados/as y productivos/as en nuestra manera de pensar, dependiendo del contexto. Diversos estudios han demostrado que la estrategia de replanteamiento se puede aprender a través de la práctica consistente.
¿CÓMO PUEDO UTILIZARLA?
Comienza por tomar consciencia. Comienza por familiarizarte con tu forma de pensar, y reconoce que tienes la habilidad de elegir la manera en la que planteas las situaciones que te suceden. Un buen momento para hacer este análisis es cuando tus pensamientos te están generando sentimientos o comportamientos que sabes que no están siendo productivos.
Crea distancia entre tú y tus pensamientos. A veces, distanciarnos un poco de nuestros pensamientos es lo único que necesitamos para lograr analizarlos de manera más objetiva. Respira profundamente, y escribe tus pensamientos. Entonces pregúntate, “¿qué sentimientos estoy teniendo como resultado de mis pensamientos?”
Elige aceptar o replantear. A lo mejor no necesitas cambiar tus pensamientos, simplemente necesitas observarlos, y dejarlos ir. También puedes intentar generar pensamientos alternativos:
Busca nuevas oportunidades en la presencia de amenazas. Los humanos somos muy buenos reconociendo amenazas porque es un instinto que nos ha ayudado a sobrevivir. Pero en lugar de ver los retos como amenazas, podemos elegir interpretarlas como oportunidades, aún en la misma situación. ¿Qué lecciones importantes puedes aprender de ti mismo/a o de otros/as ante este desafío? ¿Cómo puede esta situación abrir nuevas oportunidades o caminos para experimentar cosas nuevas o que no habías logrado antes?
Repiensa las obligaciones como privilegios. Si te tomas unos minutos y reflexionas sobre todas las obligaciones que tienes en la vida, probablemente te darás cuenta de que la mayoría de éstas también son cosas por las que estás agradecido/a. Intenta cambiar el “debo” por “tengo la oportunidad de”. Por ejemplo, en lugar de pensar “debo participar en esta reunión”, piensa “tengo la oportunidad de ver a mis compañeros/as que son tan trabajadores”. “Tengo que hacer una presentación” vs. “tengo la oportunidad de compartir mi pasión con otros/as”. Observa cómo un cambio tan sutil puede cambiar tu humor y motivación.
Toma el control en medio del caos. En circunstancias volátiles e inciertas, enfocarte en las cosas que sí puedes controlar puede amortiguar la reacción fisiológica del cuerpo ante el estrés. ¿Qué tal si te enfocas en una acción productiva en lugar de rumiar sobre todas las incertidumbres presentes? Piensa en algo pequeño sobre lo que tengas el control en este momento, como tomar un descanso del trabajo cada hora y salir a caminar, o hacer cinco lagartijas para mantener tu energía en alto a lo largo del día.
Enfoca tu mirada hacia afuera en lugar de hacia adentro. Mientras enfrentamos momentos adversos, es fácil quedar atrapados en una mentalidad de víctima, enfocándonos únicamente en nuestros problemas, o en las circunstancias que nos impactan negativamente. Respira y cambia tu mirada hacia afuera, y haz un cambio del “yo” hacia el “nosotros”. ¿Qué dificultades tienen otros/as? ¿Qué puedo hacer para ayudar? ¿Qué podemos hacer juntos/as para superar estas adversidades?
Reflexiona. Si ya trataste de reenmarcar tus pensamientos, ¿qué cambios notaste? ¿El proceso de replanteamiento te ayudó a sentir otras emociones, calmar tu fisiología, o te llevó a comportamientos más productivos? ¿Te ayudó a sentirte menos atorado/a?
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